En unos momentos donde la vieja Europa se
debate ante su propia civilización cristiana y nuestro país, mal que les pese a
algunos, en la que fue la esencia unificadora de su sentir como nación, el
Catolicismo. Nos encontramos ante la
feliz circunstancia, que transcurridos casi once años desde el inicio por parte
del CODEMA en Gijón, de la puesta en práctica del Oratorio Infantil, promovido
por el Rvdo. P. Gonzalo Carbó Bolta (sacerdote escolapio valenciano), quien
siguiendo la estela del fundador de su orden, san José de Calasanz, trata de
encauzar de forma progresiva y en función de la maduración personal del niño,
la relación de éste con la oración; como elemento de comunicación y
participación, en la confianza a establecer con el Padre Celestial. Compartiendo
con Él las alegrías y las tristezas, así como el recto proceder que emana de la
ejemplar y ejemplarizante vida terrena del Dios hecho hombre. Jesús.
La progresiva formación que nace de esta
feliz iniciativa, es manifiesta y cuantificable. Al igual que hay niños, que
por la formación del entorno familiar, desde su más tierna infancia tienen la
imperiosa necesidad de recurrir antes de dormirse al clásico: “Jesusito de mi
vida…” y al no menos “Angel de mi guarda…”; son muchos los que por falta de
cultura religiosa o por dejarse llevar sus mayores de un laicismo ramplón y/o
confundido de falso progresismo, carecen de tan saludable costumbre, pues la
oración como tal, si se realiza con consciencia de ella, es una forma más de
iniciarse a la reflexión (entendiendo tal como la define en su cuarta acepción el DRAE “Cosa que una persona dice a otra o se dice a sí misma para inducir o
inducirse a obrar razonablemente”). Reflexión que si se realiza
conscientemente, de poder compartir con alguien que está ahí, oyéndote y escuchándote,
que crece de forma paralela al desarrollo cognitivo propio, lleva
indudablemente a que el camino a andar sea más llevadero. Esa persona en
formación que es el niño, llegado el caso, no se sentirá ni solo, ni desamparado,
tendrá el amigo, compañero, hermano, padre en su proximidad e inmediatez.
Dado
que el desarrollo temporal de este Oratorio Infantil, es paralelo al discurrir
del curso académico, en alguna medida y sin mención a ello en su iniciación, se
sigue el año litúrgico, con especial exaltación de los considerados tiempos fuertes. Adviento, Navidad, Cuaresma
y Pascua.
Con lo cual la presencia de Dios, como
Padre, Hijo y Espíritu Santo se presenta de forma gradual y asumible. Si al inexcusable atractivo que para todo
niño normal tiene el Dios encarnado, El Jesús Niño, o Niño Jesús (alguien a
tratar de tú a tú), la del Padre (imagen protectora), en el caso concreto de
los parvulitos (extensible a todo humano niño o adulto), la imperiosa necesidad
materna, la representa la Santísima Virgen María, Madre compartida con el otro
niño, con Jesús. Que en el caso de los seguidores del Oratorio Infantil en el
CODEMA, por ser la Orden Claretiana devotos propagadores del Sagrado Corazón de
María y disponer de unas imágenes de la Santísima Virgen, con una actitud,
forma y mirada que sobrepasa toda posible capacidad de indiferencia, en la gran
mayoría de los casos invita a todo “Oratorista” que se precie, a encomendarse
consciente o inconscientemente a su maternal protección. Actitud, forma y mirada, que en todos los
casos le concedo al resto de imágenes de las distintas advocaciones e
invocaciones de la Santísima Virgen. ¿Qué decir de la Inmaculada o de la del
Perpetuo Socorro?. Etc., etc..
La progresiva evolución de las enseñanzas regladas,
adaptada a las distintas edades, unidas a las meditaciones colectivas entre
compañeros y amigos de curso, públicas peticiones y deseos colectivos
compartidos, permiten la cuantificación y evaluación a la que se hace
referencia al inicio del segundo párrafo.
Del interés que en mi despertó esta
iniciativa y de mi indirecta participación y seguimiento, creo, que a la vista
del tiempo transcurrido desde su puesta en práctica en el CODEMA, se puede
hablar de un notable éxito. Éxito en el cual participo de forma total y directa
a través de una parvulita, que sin ser consciente, me lleva directamente a muy
profundas reflexiones sobre las fundamentales dimensiones de la catequesis bien
aplicada. Haciéndome entrar sin enterarse en la Catequética y en la evocación y
recuerdo del Rvdo. P. D. Manuel Alonso Pintado, a quien físicamente no conocí,
pero a quien sin lugar a dudas, puedo señalar como iniciador de mi devoción
mariana y mi interés por la Catequética. Respeto devocional de discípulo, que
siempre le manifiesto orando ante su tumba cada vez que paso por Perlora –
Carreño.
Por la directísima parte que me atañe a
través de una “impartidora” y de una “receptorina” del Oratorio Infantil: Agradecer
al Rvdo. P. Gonzalo Carbó Bolta, a su inspirador san José de Calasanz y a la
Comunidad de los PP. Claretianos de Gijón, que con tanto acierto implantaron y
fomentaron el Oratorio, formando personas en la Fe. Fe imprescindible en todo
momento y aún más en aquellos que sentimos la impresión de que todo nos falla.
GRACIAS.
Capt. Willie
Como padres comprometidos con la educación integral de nuestros hijos, participamos de su opinion con respecto al Oratorio. Tras leerle seguiremos más de cerca esa evolución a la que hace referencia.
ResponderEliminarGracias por leerme y por su amable comentario. Es cierto, que solamente con oír las peticiones individuales y colectivas de los niños a través del tiempo, se puede apreciar de forma clara su evolución y “formación religiosa”. Entendiendo este último concepto entrecomillado, como claro sinónimo de HUMANIZACIÓN, en unos momentos cruciales en la formación integral de cualquier persona, que quiera considerarse tal.
Eliminar