En
uno de mis anteriores escritos (viernes, diciembre 11,
2015) me planteaba la posibilidad de cerrar el presente blog, ya que
consideraba que el fin para el que fue abierto no se hubiese cumplido. Un poco
por seguir las peticiones ajenas y un mucho por poder expresar libremente mis
personales ideas, continué con él. ¿Hice bien? ¿Hice mal no cerrándolo? La
verdad, no lo sé.
A
través de éste, reanudé relaciones personales que sin estar en el olvido,
estaban ahí en lo que podríamos definir como un “limbo”. Ignoro si en el plano
emocional estaba preparado para enfrentarme a esa situación donde, me consta
que con la mejor de las intenciones, personas de ambos ámbitos en los que me
desarrollé, en vez de opinar sobre mis exposiciones o conjeturas, entraron con
manifiesta alegría a “recuperar” la persona, en el entorno en el que me
conocieron. Con el consiguiente inconveniente, que la actual persona, yo, soy
el poso de la dualidad que en un momento dado unos y otros conocieron, trataron
y situaron.