En
uno de mis anteriores escritos (viernes, diciembre 11,
2015) me planteaba la posibilidad de cerrar el presente blog, ya que
consideraba que el fin para el que fue abierto no se hubiese cumplido. Un poco
por seguir las peticiones ajenas y un mucho por poder expresar libremente mis
personales ideas, continué con él. ¿Hice bien? ¿Hice mal no cerrándolo? La
verdad, no lo sé.
A
través de éste, reanudé relaciones personales que sin estar en el olvido,
estaban ahí en lo que podríamos definir como un “limbo”. Ignoro si en el plano
emocional estaba preparado para enfrentarme a esa situación donde, me consta
que con la mejor de las intenciones, personas de ambos ámbitos en los que me
desarrollé, en vez de opinar sobre mis exposiciones o conjeturas, entraron con
manifiesta alegría a “recuperar” la persona, en el entorno en el que me
conocieron. Con el consiguiente inconveniente, que la actual persona, yo, soy
el poso de la dualidad que en un momento dado unos y otros conocieron, trataron
y situaron.
Lo
grande a destacar de la andadura del presente blog: el desinteresado cariño
mostrado por personas con las que me cupo el honor de vivir y convivir, en
algunos de los casos en situaciones extremadamente alegres o bien difíciles,
cuasi trágicas.
Lo
pequeño: la envidia y mezquindad que se destapó en mi entorno próximo, medio y
lejano, efectos que estoy palpando en los últimos tiempos.
Balance: Abrumado por los adeptos que a lo largo y ancho del mundo fui adquiriendo. También soy consciente, que la falta de adhesiones no se manifestó, salvo en raras ocasiones.
Petición a los que me quieren: A pesar del agradecimiento que me merecen
todas las muestras de cariño recibidas. Por favor, evitadlas en este blog. Feliz
de recibirlas vía e-mail o telefónicamente. No podéis ni siquiera imaginaros,
lo “pequeño”: las envidias e iras desatadas. Invito a todos a que me deis
respuesta a mis personales opiniones o me contradigáis en las informaciones o
afirmaciones que pueda verter. Pero insisto en mi petición, preservadme mi vida
personal en común con vosotros. La felicidad ajena, es algo que en la sociedad
que nos toca vivir no se perdona.
Gracias desde lo más profundo de mi corazón, a los que a través de este
me mostrasteis vuestro cariño, respeto o incluso rechazo. La vida es eso, pero
hay que vivirla.
También gracias a esas tres mujeres en las que se asienta mi vida y
estado emocional, no pudiendo dejar fuera a esos dos amigos, confidentes y en
gran medida confesores en el sentido más estricto del término y concepto.
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