Más bien, un mal día, que bueno. El
político de turno, al no conciliar el sueño durante la noche y haciendo honor a
sus exiguos conocimientos y excesos de meninges, ideó (no pensó) en convertir
nuestra tropa, marinería y “polillas” (estos últimos, que
hacían la “milí”, en el ambiente de servicio, estrechez económica y entrega en que nacieron y crecieron), de remplazo
en “soldados”, ya que pasaban a cobrar “soldada”. Dicho y hecho: este político
y su corte de ojetes, quedaron satisfechísimos de haber solucionado un problema
que no existía, pero que otros “genios” de su mismo calibre y distinta ideología,
llevaban en programa. ¡Se anticiparon!
Así, dada la inicial premura, falta de
previsión y legislación, mor a la profesionalidad de unas capaces y
disciplinadas cadenas de mando militares, consiguieron encauzar aquella heterogénea
agrupación de jóvenes, que dan respuesta a las primeras convocatorias de tropa
y marinería profesional. En más ocasiones de las que pensar cabe, haciendo
convivir en un mismo “Pelotón” o “Rancho” y compartiendo el ídem (el alimenticio)
a enemigos acérrimos (Recuérdese que a la vuelta de la esquina están las
guerras declaradas o no, del “Chaco”, “del partido de futbol”, del “falso
Paquisha”, “Cenepa”, “Canal del Beagle” y un sinnúmero de continuos desencuentros
fronterizos, que al día de hoy subsisten).