En
las próximas horas, a D. g. cumple años un muy querido amigo, y por mí, más
respetado “Pastor de Ovejas”, de los de “frontera”, de aquellos que sin
pensarlo dos veces, se tiran al monte por intrincado que este sea, a la busca
de la “oveja perdida”, con independencia de que la descarriada sea “churra” o
“merina”.
La
amistad a la que hago mención se inició de forma no fácil. A través de un
entrañable amigo común, titular de una UPAP del mismo arciprestazgo, que previo
acuerdo con el “mencionado” me facilito su número de “móvil”, traté
insistentemente de localizarle para establecer una cita. Cuál no sería mi
sorpresa, cuándo cada vez que le llamaba y conseguía que me contestase, el
“interfecto” me decía encontrarse en un punto de la geografía nacional, a cual
más distante. Lo que me llevó a la equivoca conclusión, de que por razón
desconocida rehuía la cita que quería establecer.